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Crónicas de un Fifty Fathoms.


Por AP Watches Blog Staff (ME/AP)

De vuelta a casa.

La añoranza de nuestra ciudad natal y la nostalgia que súbitamente puede llegar a invadirnos, son sentimientos naturales al ser humano cuando se está lejos de casa. Los colores de un paisaje, sonidos, olores o incluso ciertas épocas del año hacen que sea inevitable pasar por un momento emotivo que traiga a nuestra mente recuerdos entrañables. Sin embargo, hay un efecto curioso que ciertos objetos inanimados producen en las personas cuando éstos vuelven a su lugar de origen: ya sea por su relevancia histórica, cultural o sentimental hay objetos capaces de despertar emociones igual de intensas y transportarnos a un momento en el pasado.

Era a principios de Noviembre de 2018 en un día húmedo y frío (habitual para la época del año en Ginebra) cuando empezó este viaje de vuelta a casa para el Fifty Fathoms. En el Aeropuerto Internacional de Ginebra puede parecer un poco cliché encontrar que prácticamente todos los espacios publicitarios están ocupados por las principales marcas de la alta relojería. Los murales, los relojes en los pasillos, pequeños y grandes detalles en cada rincón que giran en torno al mismo tema: el mundo de los relojes. Pero si nos detenemos a pensarlo, tiene sentido cuando realmente se ha aterrizado en la capital del país cuyo principal orgullo es el ancestral oficio relojero.




Ya de camino al epicentro de grandes marcas, el valle de Joux (vallée de Joux), el paisaje es de un cuadro totalmente otoñal. Las montañas empezaban a asomar las primeras nevadas, los árboles con hojas multicolor, la hierba húmeda y rebaños de ganado pastando eran la típica estampa suiza. Pero lo mejor del trayecto, estaba por venir.



Llegar a Le Brassus fue como entrar en un pasaje al pasado. Un pasado prácticamente intacto al paso del tiempo y con sutiles toques de una modernidad casi forzada por la necesidad de progreso. Solo entrar en este pintoresco y modesto pueblo, la sensación de admiración es inmediata. La imagen que se pudiera asociar a ciertas marcas por el concepto de sus tiendas de máximo lujo o arquitectura y diseño futurista se simplifica a unas edificaciones sacadas de sus propios libros de historia: simples y tradicionales, pero reflejando todo el espíritu de sus orígenes.


La llegada a “La Ferme” (o “la granja”, nombre con el que Blancpain rebautizó este taller que alguna vez fuera construido sobre un antiguo molino) fue expectante mientras un jovial Mathieu Rochat nos da la bienvenida. El interés que este Fifty Fathoms había generado, podría decirse que correspondía precisamente a ese efecto curioso de nostalgia que produce tener delante un ejemplar que encarna el legado de la marca y tener la oportunidad de devolverlo a un mejor estado.
                                              
Después de una interesantísima visita a lo que hoy son los talleres de Oficios Artísticos de Blancpain y donde tuvimos el privilegio de ver muy de cerca el trabajo artesanal de estos maestros relojeros, la siguiente parada era la guinda del pastel: el taller vintage.

Aquí, el portal al pasado es literal.

Desde el estilo totalmente rústico diferente al resto del edificio, el característico aroma de la madera hasta los instrumentos y herramientas, entrar en este taller era como ver a través de una ventana hacia otra época. Uno podría pensar que aquello era meramente decorativo para ambientar un espacio de trabajo. Pero el verdadero motivo (una vez te lo explican) es tan abrumadoramente obvio que hasta sabe mal no haberlo pensado antes. Una empresa que funda sus valores en la preservación de la artesanía relojera y el máximo respeto a sus orígenes, es evidente que una pieza con cierta antigüedad deba ser manipulada con los mismos recursos y trabajada con las mismas técnicas con las que fue creado originalmente. Aquí es donde se materializa esa conservación del patrimonio de Blancpain y del savoir-faire relojero.    

Evidentemente, la tecnología moderna sería (y es) necesaria siempre y cuando no interfiera con la preservación de los ejemplares que llegan a estos maestros relojeros que demuestran la verdadera destreza artesanal.

El entusiasmo de Alanig Gaillard, era auténtico. Un ejemplar tan extraordinario como único llegaba a sus manos para reconstruir, pieza a pieza, su historia. El proceso era complejo pero muy claro: se respetaría cada elemento y detalle que forma parte de la personalidad del reloj. El evidente paso del tiempo en sus índices y agujas, las señales de uso, así como cada detalle característico debían permanecer intactos siempre que eso no comprometiera el correcto funcionamiento del reloj. Preservación antes que reemplazo.



Aunque el procedimiento quedaba claro, aún había muchas preguntas. ¿Se podía determinar el año exacto de manufactura? ¿correspondían todos sus elementos originales? ¿se podría confirmar su procedencia? ¿se trataba de alguna serie en concreto? ¿las inscripciones en el interior correspondían a la serie? E intentando descifrar alguna expresión que diera indicios de una posible respuesta, Alanig con un gesto amable nos pidió esperar a realizar el “Analysis Report” del que intentaría responder, si no a todas, a la mayoría de nuestras preguntas.

Era evidente que esas respuestas no vendrían inmediatas, pero que valdría la pena esperar. Con algo de pesar en el pecho (de nuevo ese efecto curioso de nostalgia que producen ciertos objetos) el reloj se quedó en las mejores manos para iniciar su proceso de preservación y servicio. Lo que estaba claro desde que este ejemplar llegó a la colección de nuestro fundador, era que esta vuelta a casa sería la mejor manera de rendir homenaje a una de las manufacturas más emblemáticas de Blancpain: el Fifty Fathoms.

Con unos preciosos detalles y un exquisito queso de la región obsequiados por parte del gran equipo humano que nos atendió, Anne Philip, Brigitte Walther, Mathieu Rochat, Alanig Gaillard y agradeciendo también a todos los maestros relojeros que nos permitieron robarles unos minutos de su valioso tiempo, emprendimos el viaje de vuelta a Barcelona con el mejor souvenir de esta visita: una perspectiva de la artesanía relojera desde la pasión por un oficio que solo pocas Maisons como Blancpain saben preservar.


Continuará…